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Abreviaturas
“CARNERO” X ‘Cabrío’
Los Cuatro Caballos y Caballeros del Apocalipsis.
El Caos de las Religiones y La Purificacion de la Iglesia
El Mayor Enemigo de la Humanidad
Las Siete Iglesias Profeticas del Apocalipsis
Plan Perfecto de Dios para la Iglesia
Numerologia Biblica
Atalaya Doctrina
Bautismo y Cena
Trinidad
Diezmo
El ministerio femenino
Los 2 animales de 7 cabezas y 10 cuernos
1°, 2º y 3º atalaya
Los Excluídos del Mundo
Dedicatória
La Razon Por qué Escibí

     Hay unos cuantos tipos de ateos.
El que no cree ni en Dios y en el Diablo.
Hay  el que cree en Dios y no en la existencia del Diablo; que se rebeló contra Dios, y que Dios permite, para probar y preparar a los que son suyos; ese ateo no cree ni en Dios, porque la misma Biblia que habla de Dios, habla de la existencia del Diablo.   
   Otros dicen creer en Dios y no en la Biblia, ese es el ateo sin justificativa de la perfecta creación, prefiere creer en un Dios mudo. Hay también el ignorante pagano, que cambia al creador para creer y adorar a la creación (sol, luna, estrellas, fuego, etc).
    Y hay el peor de todos: el que cambia al creador para creer y adorar un ídolo (la creación de la criatura del creador) y todavía profesan el credo apostólico que dice claramente solo en quien debemos creer.

Los abominables ídolos inútiles
  ¿Hay cosa más abominable que lo que el catolicismo hizo y que hace?  Mató, quemó a los barbaros paganos, solo porque adoraban el sol, la luna, el fuego, los arboles, etc... Que todavía tienen algún provecho, pues todo fue creado por el creador, para el bien del hombre. 
Y como Jesús dijo a los fariseos sabatistas, que el sábado fue hecho para el bien del hombre, y no el hombre para el sábado.
    Aquí en nuestro estado tenemos las ruinas de San Miguel (de los padres Jesuitas), esta allá para que  todos vean  el santo de la madera vacía.
    Para engañar a los ignorantes, indios (nativos) tuvieron que hacer un ídolo, que cupiera un hombre dentro de el, con bisagras para mover los brazos y hablar para que ellos crean.    Y ahora, después de tres siglos, ¿que diremos de los sabios, cultos y estudiados, que se dejan engañar
 
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