LOS EXCLUÍDOS DEL MUNDO.
Al comienzo de nuestro cuestionamiento en la iglesia, pensé que la justicia de la Iglesia era justa, pero descubrí en varios procesos, que estaba podrida. Entonces fui al tribunal de justicia, con la esperanza que la justicia del mundo fuese mejor que la de la iglesia; estaba engañado, porque todos son religiosos y están sujetos a los mismos intereses: dinero, empleos, estatus y poder.
    Los políticos son como los pastores y obispos: hacen las leyes simulando justicia para todos, pero son hechas para los de su clase, según sus intereses. Dicen que la ley es ciega, solo cuando es para los pequeños; porque cuando es a favor de su clase, los jueces de la iglesia y del tribunal buscan hasta en las entrelineas de la ley.
     Juzgan con interpretaciones que convienen a los de la clase dominante, y los pequeños del mundo  de la iglesia nunca tienen razón, son siempre reos, culpables.
 Y como dice el dicho: “lobo no come lobo”. “la cuerda siempre se rompe en el lado más débil”.
Esos son los verdaderos marginales, porque

hacen y conocen la ley, pero no la cumplen y no andan por el camino recto de la ley y la justicia, y sí a la margen obscura de la ley, y con eso forman una gran mafia religiosa internacional.
    Hoy, la iglesia católica, con sus hijas y la masonería, dominan mente, cuerpo, alma, fe, hasta los sueños de las personas, con: colegio, universidad, hospital, radio televisión, peor que el Imperio Romano, que era por la horca. 
    Los políticos no se eligen, ni se mantienen en el poder si no se sujetan a esa mafia, lo mismo los fiscales, jueces y periodistas, si no pierden los altos sueldos que reciben.
    Está como en el tiempo de la inquisición de la iglesia católica: solo había que oponerse a ellos que le lanzaban a la hoguera.
    ¡Cuántos horrores hicieron en nombre de Dios!
    Solo que ahora dicen que estamos en un “país democrático”, pues el diablo y sus hijos continúan los mismos, solo cambian de táctica a cada año que pasa.