El culto debe ser:    
 Ampliamente participativo, donde la comunidad tenga vez e voz, y pueda expresar las angustias, luchas y alegrías y esperanzas del  pueblo, ofertándolas a Dios.
  Hacen las leyes y las ponen en los cánones, como el plan de vida y misión de la Iglesia, nos ponen como Sacerdote Universal, ahí nos mandan luchar, denunciar por palabras y actos e ir con las personas hasta las últimas consecuencias.
   Hasta nos incentivan a usar el culto como un cuartel general (base) de luchas sociales donde hasta el pueblo (que no es miembro) tenga vez y voz y pueda expresar sus angustias y luchas (pimienta en los ojos de los otros es colirio). Y cuando nosotros cuestionamos a la Iglesia en un culto, levantamos un letrero y las Biblias, es perturbación.
  Mi familia fue excluida, con la pena máxima de la Iglesia. En el juzgado fuimos penalizados con la pena mínima, pero ya apelamos en todos los juicios.
 Un ejemplo: Seria la misma cosa que

 entrenar un luchador profesional de Box y  mandarlo golpear la cara de su adversario, que es parte de la regla del Box, y después excluirlo y la justicia penalizarlo por golpear al adversario. 
¡No tiene sentido! Al condenarnos en el tribunal, el fiscal y la jueza usaron un proverbio popular: “Mi derecho va hasta donde comienza el del otro”.
   Los jueces tenían que juzgar, según la Constitución, la libertad de derecho del individuo, va hasta que comienza a infringir las leyes (Constituciones de Dios ‘Biblia’, de la Iglesia ‘Cánones’ y del país) o los derechos constitucionales de los otros.
   Pregunto: ¿Donde comienza y termina el derecho del débil, del pobre?
   ¿Y donde comienza y termina el derecho del poderoso, del rico?  Lo que parece es que estamos en la ley del más fuerte. Qué bueno sería si todos respetasen los derechos de los otros.
     Y que los jueces juzguen, de acuerdo a la Constitución, que todos son iguales ante la ley y que el tribunal no concediese privilegios a nadie.